Por Tony Melton
Es probable que el arrepentimiento sea el mandamiento de Dios más difícil de hacer. ¿Sabe por qué? Es porque hay gozo en el pecado (Hebreos 11:25), y poca gente quiere cambiar. Jesús nos dice: “Los hombres amaron más las tinieblas que la luz” (Juan 3:19). Fue el problema con los judíos y es el problema hoy en día.
Primero, quiero explicar lo que no es el arrepentimiento. El arrepentimiento no es tristeza por los pecados. El apóstol Pablo nos enseña que la tristeza por la causa de los pecados no es arrepentimiento. “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte” (2 Corintios 7:10). Podemos ver que la tristeza no es el arrepentimiento, sino la tristeza según Dios produce el arrepentimiento.
El arrepentimiento es el resultado de la tristeza divina. Por ejemplo, un ladrón puede estar muy triste por el resultado de sus pecados, no porque pecó contra Dios, sino porque fue capturado. Esta es la tristeza del mundo. Este tipo de tristeza no produce el arrepentimiento, sino la muerte. Un ejemplo bíblico es Judas. Judas estaba muy triste porque se dio cuenta que había entregado sangre inocente, pero la tristeza de él no produjo el arrepentimiento, sino muerte (Mateo 27:3-5).
Por otro lado, la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación. Por ejemplo, el apóstol Pedro le negó a Cristo tres veces y estaba muy triste. El “lloró amargamente” (Lucas 22:62). La tristeza de Pedro produjo el arrepentimiento y Pedro se convirtió en uno de los más grandes apóstoles en el reino de Dios.
Segundo, el arrepentimiento no es un cambio de vida. Es cierto que si uno se arrepiente, entonces se cambiará la vida. Juan el bautista enseñó que el cambio de la vida era el fruto del arrepentimiento. El les dijo a los judíos: “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento…”, (Lucas 3:8-14). Entendemos que “el fruto del arrepentimiento” es un cambio de la vida de uno –un cambio de la conducta. Por ejemplo, si uno está cometiendo la fornicación, el dejar de fornicar es una señal o sea un fruto del arrepentimiento. Primero viene la tristeza que es según Dios y después el arrepentimiento y el resultado del arrepentimiento es un cambio de la conducta o vida. (1) Tristeza según Dios (2) El arrepentimiento (3) Cambio de la conducta.
¿Qué es el arrepentimiento entonces? Es una decisión firme de dejar de pecar. Es una decisión de dejar lo malo y hacer lo bueno. Es un cambio de la voluntad obstinada o terca la cual es la fuente (sede) de toda la rebelión y el pecado contra Dios. Cuando un hombre tiene mucha tristeza por sus pecados y somete su voluntad totalmente a la voluntad de Dios, él se ha arrepentido. Él dice, “No seguiré en el pecar y me someteré a mi Dios”. Cuando uno cambia su modo de pensar sobre los pecados, entonces el resultado será un cambio de la vida.
¿Cómo se lleva a cabo el arrepentimiento? Algunas piensan que es una operación directamente de Dios. Pero si es así, ¿por qué muy pocos se arrepienten? ¿Por qué no usa Dios su poder sobre todos los pecadores?
Puesto que Dios no hace acepción de personas, entonces tendría que salvar a todos. La Biblia dice que el arrepentimiento es un regalo de Dios en Hechos 11:18. Pero también es un mandamiento de Él según Hechos 17:30. ¿Cómo puede el arrepentimiento ser un regalo y un mandamiento de Dios también? El arrepentimiento es un regalo, porque nuestro Dios nos lo ha dado por medio de la Biblia. Cuando Pablo escribió a la iglesia en Corintio, el le dijo: “Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó. Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte” (2 Corintios 7:8,9; énfasis T. M.). Pablo motivó al arrepentimiento a la iglesia de Corinto por medio de la palabra de Dios –por medio de la carta inspirada. La tristeza de Dios viene por medio de la palabra de Él. El pesar divino conduce al arrepentimiento.
Ahora bien, hay, por lo menos, dos clases de predicación que motivan al arrepentimiento. Una clase es temor de Dios. Nuestro Salvador trató de motivar el arrepentimiento predicando sobre el día del juicio. En Mateo 11:20-24, Jesús predicaba acerca del temor de Dios. Podemos leer sobre “el infierno” 12 veces en el Nuevo Testamento y once de estas 12 veces fueron predicados por Jesucristo. Jesús les advirtió a los hombres para que pudieran escapar de este lugar horrible. Cuando la gente tiene un corazón duro, hay que enseñarle sobre el sufrimiento eterno del infierno.
También Pablo, parado ante los filósofos y los intelectuales de Atenas, les llamó al arrepentimiento (Hechos 17:30). Pablo usó motivación de temor. Dios juzgará al mundo “con justicia”, todas las personas injustas serán condenadas y sólo las justas se salvarán. También, cuando Pablo predicó a Félix, el gobernador, “de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó…” (Hechos 24:25a). La palabra “espantar” significa “causar espanto; asustar; tener mucho miedo”. Después de la predicación de Pablo, Félix quedo asustado. Por tanto, la Biblia nos dice sobre una forma para motivar al arrepentimiento. Podemos advertirles a los hombres y mujeres acerca de las consecuencias horribles de continuar pecando. Cuando el pecador reflexiona sobre las consecuencias de sus pecados por algún tiempo, se va a arrepentir y dejar de pecar. El problema es que los pecadores no quieren pensar mucho acerca del infierno. Sin embargo, hay otra clase de enseñanza para motivar al arrepentimiento.
La Biblia nos enseña que la benignidad de Dios nos guía al arrepentimiento. Dice el apóstol Pablo: “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:4; énfasis T. M.). Cuando reflexionamos acerca de la benignidad y misericordia que Dios nos ha mostrado, ello debe motivarnos al arrepentimiento. Cuando algunas personas escuchan sobre el amor y misericordia de Dios, ellos desean cambiar de vida.
El juicio de Dios y la benignidad (bondad) de Él son dos formas para motivar al “arrepentimiento” –para producir el arrepentimiento. Cuando el pecador se hace el sordo al amor de Dios y al juicio de Él, no hay más esperanza para esta persona.
¿Cómo viene el arrepentimiento? La Biblia nos dice que Dios nos da el arrepentimiento, pero, ¿cómo? El arrepentimiento viene por medio del evangelio de Cristo. Si queremos arrepentirnos, entonces tendremos que pensar mucho en las buenas cosas que Dios ha hecho para nosotros, y también en las consecuencias de nuestros pecados. Nuestro Creador quiere que nos arrepintamos (Lucas 13:1-5; 2 Pedro 3:8,9; Hechos 17:30). Todos los hombres y mujeres tenemos que arrepentirnos porque todos hemos pecado. Cuando una persona piensa que no peca, entonces no entiende bien la palabra de Dios. Si uno piensa que no ha pecado está equivocado grandemente. Ya que hemos pecado, tenemos que arrepentirnos. Nadie está excluidos de este mandamiento de Dios.
Conclusión:
Hemos visto que el arrepentimiento no es tristeza por los pecados, ni es un cambio de vida. El arrepentimiento es un cambio de la voluntad obstinada hasta que se somete a la voluntad de Dios. Es una decisión de dejar las cosas del mundo y poner en práctica las cosas de Dios. Cuando uno peca, tiene que arrepentirse, o no puede tener vida eterna.